Farid Barquet nos ofrece una vista de cerradura hacia el fabuloso mundo de Cruyff.
Johan Cruyff, 14. La autobiografía, Planeta, Barcelona, 2016, 318 pp.
Johan Cruyff asumía que la rebeldía de su personalidad, marcada por sus reacciones insumisas y su independencia de criterio, no era una actitud impostada sino la consecuencia casi natural de ser hijo de su lugar y de su tiempo: “me habían educado en Ámsterdam, como un niño de la posguerra. Todos los de mi generación estaban influidos por los Beatles, que eran distintos y hacían lo que ellos querían”[1].
Irreverente y contradictorio a la vez que disciplinado y metódico; empírico y práctico al tiempo que analítico y por momentos conceptuoso; profesional obsesivo y pagado de sí mismo pero también comprensivo y solidario con los demás, así se muestra uno de los más grandes futbolistas y entrenadores de la historia del futbol en su autobiografía, publicada póstumamente por editorial Planeta.
Cruyff desafiaba las formas tradicionales de hacer futbol. Experimentaba con plena libertad cuando la rutina amenazaba obliterar el impulso creativo. Desde llevar —él, fumador empedernido— a una cantante de ópera a los entrenamientos del Ajax para que enseñara técnicas de respiración a los jugadores, hasta la ocurrencia de inventarse un puesto, el de Director Técnico, que hoy está presente en todos los clubes y sin el que no se podría entender el futbol moderno, pero que él maquinó como ingenioso subterfugio para eludir el cumplimiento de un requisito que se le exigía para fungir como entrenador y dirigir formalmente un equipo.
Según Andrew Billings, profesor de la Universidad de Clemson, “quizás la pérdida de la riqueza de las biografías atléticas sea la pérdida más grande en la era de los medios de comunicación deportivos modernos, donde cada historia necesita ser contada en un minuto o menos”[2]. Con su conocida facilidad para el dribbling, Cruyff supo eludir la brevedad que imponen las cápsulas audiovisuales al dejarnos su biografía en forma de libro, abiertas siempre sus páginas para ahondar en algún pasaje, recoger una opinión, discutir sus conclusiones.
En 14. La autobiografía, el hijo de la mujer que hacía la limpieza de los vestidores del estadio del Ajax nos habla de la verdadera causa por la que no acudió al Mundial de Argentina en 1978; de cuál fue la liga en que siempre quiso jugar y se quedó con la insatisfacción de no haberlo hecho; del proceso para convertir a un equipo modesto en el mejor del mundo; de cuál fue el que él mismo califica como “el único fracaso real” de su carrera; de cuál juzga como “el gran punto de inflexión” que marcó el despegue del futbol total; de su famoso gol curvo de 1969; de los motivos por los que arribó al Barcelona en 1973; de las razones que lo llevaron a retornar al futbol profesional en una liga entonces incipiente; de su gusto por otros deportes y las enseñanzas que extrajo de ellos para aplicarlas al futbol; de cuál fue el equipo antiguo, pero recientemente célebre, que estuvo a punto de contratarlo a principios de la década de los ochenta; de su participación en la sindicalización de los futbolistas en Holanda y de lo que hizo para velar por el bienestar de los ex jugadores de su país; de las postrimerías del franquismo y la política interna de Cataluña; de sus desavenencias, unas veces superadas y otras no, con coequiperos, dirigidos y altos directivos; del papel que tuvo una empresa mexicana en uno de sus cambios de equipo, entre otras muchas vivencias y reflexiones de este excepcional hombre de futbol, aficionado a la numerología, por la que decidió portar la camiseta número 14, y que falleció el año pasado a la edad de 68… 6+8=14.
Farid Barquet Climent es abogado, Profesor en el ITAM y en la Facultad de Derecho de la UNAM, y autor de un libro de textos de futbol, A perfil cambiado, que circula bajo el sello de Ediciones Coyoacán.
[1] Cruyff, Johan, 14. La autobiografía, Planeta, Barcelona, 2016, p. 187.
[2] Billings, Andrew, La comunicación en el Deporte, Aresta-UOC, Barcelona, 2010, p. 112.