El Tasmania F.C. fue fundado en el 2001, la mañana de un sábado sobre la mesa del Rosita, taquería aclamada por su manera de combinar cecina con chicharrón y longaniza. Se notaba aún la resaca por las elecciones que cambiaron el emblema del partido en el poder pero se percibía con mayor claridad la resaca del viernes padecida por los comensales de tan distintivo lugar ubicado en las calles de la colonia Mortales, como le llamaba Rolando Greco. Pese al nuevo gobierno, la vida de Greco había mantenido el tren de siempre. Era sábado y llegaba crudo a esta estación. Si bien iba al Rosita por el alivio de su salsa de morita con chicharrón, también le ayudaba la empatía ofrecida por los otros en su misma deplorable situación–la compañía de sus similares, algunos con sus borracheras todavía líquidas mientras las borracheras de otros ya se evaporaban. También iban al Rosita personas sanas en ropa de gimnasio, lentes de diseñador y en el caso de algunas mujeres, maquillaje impecable. Sus verdaderas intenciones, a diferencia de los crudos, indiscernibles.
El Rosita, para Greco, tenía una función pública en la definición pura y antigua de lo que significa lo público. Ahí se deliberaba todo lo relevante. Se planeaba sin intenciones el futuro, se comentaba el mal curso de las instituciones políticas y futbolísticas del país y del mundo, y a veces, se ventilaban frustraciones amorosas cuando el pequeño e informal congreso se reducía a dos integrantes. Las mesas amarillas y sillas selladas por una marca de cerveza, servían también para revelar informaciones destacadas, decisiones de carrera, problemas familiares, intimidades y emitir opiniones confidenciales.

Además de Greco estaban ese día Parrez, Konan y el tío Norberto (tío de Konan) a quién veían poco, pero se había hecho adepto del Rosita y aparecía al menos quincenalmente. Para Parrez y Greco, era la tercera taquería que recorrían en menos de doce horas. Una antes de salir el viernes por la noche y otra antes de despedirse en la madrugada del sábado. Konan en cambio había salido a correr y ejercitarse antes de subirse al metro para ir a la cita. Norberto vivía relativamente cerca pero tomó un taxi y acudió ese día con una propuesta en mano. Su lugar de trabajo, La Casa de Empeño, ubicado por calzada La Viga, ofrecía patrocinar a un equipo de futbol en una liga amateur, lo que quería decir que podían pagar los uniformes y cubrir el registro de la liga a cambio de colocar el nombre del negocio sobre el frente del uniforme. Norberto además, se ofrecía como Presidente del club y medio de contención.
por Benjamín de Buen @bdebuen