Neymar no es el nuevo Figo

Recuerdo hace 17 años cuando creía ciegamente en el sentido de pertenencia que genera un club de futbol (eso que llaman de manera un poco cursi, amor a la camiseta) y me negaba a aceptar que Figo sería capaz de irse al Real Madrid por dinero, por mejorar su carrera, por lo que fuera.

Con el paso de casi dos décadas y conocidos ya todos los desenlaces de esa transacción, tenemos más elementos para evaluar (si no llegar a un acuerdo) sobre la decisión de Luis Filipe Madeira Caeiro, Figo, de concretar una de las más grandes traiciones conocidas en la historia del futbol. La marcha de Figo fue positiva para él y para el Madrid. Lejos de fracasar o de perder efervescencia enfundado en la 10 del Real, Figo prosperó junto al club y formó parte de una oncena espectacular. Es posible que el Madrid más imponente de esa época haya sido aquél que estelarizaron Raúl y Figo (antes de que se completara la “galaxia”).

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Foto: Odón de Buen

La otra cara de la moneda es la ausencia de Figo en la esfera blaugrana tras su retiro, cuando muchos jugadores e instituciones suelen limar asperezas. Hemos visto como en partidos de leyendas regresan figuras como Rivaldo y Kluivert, compañeros de equipo de Figo (que también dejaron al Barsa en su momento), o cómo otros jugadores se vuelven referentes y voces sobre las decisiones del club. No es decir que alguien esperaría que el Barsa invitara a Figo, es más bien una reflexión final sobre el saldo de una carrera. Los mejores años de Figo en el Camp Nou han sido literalmente blanqueados y es improbable que Figo y el entorno del Barcelona algún día se reconcilien. No sé si esto a Figo, en el balance de su carrera y su vida, le importe o no—los realistas que en ese tiempo me vendían el argumento del dinero dirán que poco le importará. Ni siquiera Ronaldo, que jugó para ambos clubes, es recordado con rencor.

Hoy, con la salida de Neymar, se habla de un nuevo “caso Figo”. Incluso hay especulaciones interesantes sobre una escala en Paris en un viaje Barcelona-Madrid. (No es la primera vez que la ruta más fácil es indirecta, hace poco se hablaba de una persona que descubrió que la forma más barata para viajar entre dos puntos en Inglaterra es volando con escala en Ibiza).

Con Neymar se volverán a abrir los debates sobre el poder del dinero y el alcance de la lealtad o del amor a la camiseta. Al leer, a través del filtro de la prensa, las maniobras recientes del jugador, estas nociones parecen emanar de una mente infantil.

El dinero manda, 220 millones son 220 millones, el futbol es un negocio. Estos (y otros) son los argumentos de algunos realistas (de realidad, no del Real Madrid) que explican todo en términos de maximizar la conveniencia y buscar las mejores transacciones. Mientras, los ingenuos, los infantiles, los que nos aferramos a creer en un sentido de pertenencia que existe al menos en el nivel más alto de competencia (tal vez porque jugamos en el nivel más bajo), tenemos que aceptar una nueva derrota.

Se puede argumentar que el traspaso de Neymar es una decisión de carrera, que no quiere ser la sombra de Messi, que quiere ser el mejor. No seré ni el primero ni el último que señale que difícilmente podrá lograrlo jugando en la liga de Francia. En estos momentos, por la milimétrica competencia entre el Madrid y el Barcelona, tal vez la única decisión válida para Neymar si quiere una mejora laboral sería irse justamente al buen momento que pasa el Madrid, como en su momento lo hizo Figo (aunque no compitió con Bale ni CR7, que con Messi seguirán siendo rivales de Neymar para el Balón de Oro).

En el caso de Figo, con las cartas que tenemos en la mesa, podemos decir que su carrera—no su legado—se vio beneficiada por su decisión. Se fue a un equipo que iba en tremendo ascenso y el Barcelona mientras naufragó en el periodo entre Rivaldo y Ronaldinho con extrañas contrataciones y experimentos en el banquillo.

Del traspaso de Neymar, y en contraargumento a los realistas del “futbol es negocio”, queda decir que la cantidad que se está pagando por él demuestra la falta de sensibilidad que reina en el futbol hacia las condiciones que imperan en el mundo. Es para ofenderse. Unos dirán que es el punto más alto de la historia de las transacciones futbolísticas, mientras que otros preferiremos verlo como el punto más bajo.

Habiendo dicho todo lo anterior, la gran diferencia entre Figo y Neymar es que Neymar no emana barcelonismo como lo hacen muchos de sus compañeros y como lo hacía Figo que hizo suya la playera 7 del Barcelona. La otra diferencia es que al escuchar que alguien quiere pagar 220 millones por este futbolista, probablemente seamos más los que piensen que al PSG lo timaron. No hay gol ni gambeta que lo valgan. Una vez superado el insulto que supone conocer las cantidades de dinero que mueve el futbol, el que más parece beneficiarse con esta transacción es el Barcelona (que además de ingresar esa cantidad, no será acusado de interesarse sólo por el dinero, pues su papel en todo esto parece ser de damnificado).

Ojalá en 15 años Neymar sea invitado al Camp Nou para disputar partidos de leyendas y ojalá acepte la invitación. Parece que no hay mejor indicador de una buena carrera.

por Benjamín de Buen  @bdebuen

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